Basicamente un remake se arruinó desde la denominación de remake, estamos acostumbrados a trashear todo lo que viene de una fórmula, sobre todo cuando se anuncia como tal y la industria la celebra como el regreso del sabor del mes, "si te gusto una vez, te gustará otra vez", sip, we hate that shit. Sin embargo, algunas de las mejores películas en la historia del cine de género son remakes, The Thing (1981), The Fly (1986), Ringu (1998), películas que no tratamos como remakes, ni siquiera nos molestamos en revisar que detallitos omitierón y cuales alterarón, pues son películas de maestros del género que no nececitan excusa ni justificación en su trabajo, las tratamos como películas, sin mayor o menor denominación.
Por alguna extraña razón, cuando se trata de Hollywood se nos hace más fácil señalar culpables y buscar errores, de pronto por el sólo hecho de declararse abiertamente un refrito una película deja de ser una película y es un remake, punto, peor aún cuando se trata de un remake de una película extranjera éxitosa y peor aún cuando se trata de cine de género, pues somos unos soldaditos fieles y apasionados. Pero muchas veces el amor es ciego. Normalmente lo que se odia de los remakes son dos cosas, una, que cambian la historia original y se meten la escencia de la primer versión por el trasero (Dawn of the Dead, 2004), la otra, es que se haga una replica exacta de la original (Pyscho, 1998). Como sea, un remake can't win, no se puede ganar ¿Qué nececidad hay de moverle a lo que no esta descompuesto?
En el caso de Let Me In, sabotearla por que se viola a la original es injusto, sobre todo si nadie se molesto por que la original Let The Right One In se viola a la novela (Låt den rätte komma in, 2004) por todos lados. Obviamente una obra literaria y una película estan en campos diferentes, son dos formas de arte que se complementan pero nunca deben de compararse entre si, jamás serán lo mismo, ¿Cierto? pero tomando el mismo razonamiento, ¿Por qué un remake forzosomante debe compararse con la original? al final de cuentas son dos películas totalemente independientes una de la otra, aunque la intención de la industria es vender más boletos, la taquilla no tiene absolutamente nada que ver con el talento. Ejemplo The Blob (1988) fue un fracaso, pero que maestría de remake, por el otro lado, The Texas Chainsaw Massacre (2003) fue un hit, pero ni de cercas toca a la clásica de Tobe Hooper.
Por obvias razones cuando se trata de la industria somos más duros y nos olvidamos que Hollywood ha hecho suficientes películas magistrales como para justificar su existencia, nos hacemos mulas intentando elevar el producto de los estudios que se enfocan en vender y recuperar su dinero, comparando el cine de Hollywood a el cine que se realiza como una forma de arte, esperando que la nueva película de Sam Raimi llamada Spider Man 3 (2007) sea equivalente a Evil Dead (1981). Un director que alguna vez fue indie no hará lo mismo cuando estrene una película de estudio con un presupuesto de $100 millones en el verano, come on! es obvio. Por eso creo fielmente que cada película se debe apreciar por lo que es y no por lo que quiceramos que represente. Ni mucho menos, por lo que representa su realizador.
Let Me In no es una peli indie Sueca, es una producción de Hollywood protagonizada por una de las estrellas del momento, y como tal, sólo con esas expectativas asistí al screening en las salas de cine.
Desde el arranque la película supera las expectativas de lejos, Matt Reeves mantiene una calma y serenidad atípica del cine comercial. Si Tomas Alfredson observó con detalle la novela de John Ajvide para encontrar el ambiente del pueblo sueco, Reeves parece voltear a ver las Hammer films para convertir a Los Alamos, New Mexico, en un escondite gótico, donde el frío corre por las venas y la piel de los niños se conserva como un muñeco de porcelana, no por nada es el regreso de las Hammer Productions. Reeves se recarga en el imperialismo de la era de Reagan para proyectar la inconformidad de Owen, el niño de 12 años (interpretado maravillosamente por Kodi Smit-McPhee), y justificar la gringada. Owen es un niño pensante, inconforme con los 80's que seguro será uno de los rebeldes de los 90's esperando que alguien inyecte sangre nueva a su vida. La sangre llega a cargo de Abby (Chloë Grace Moretz), la vampira de 12 años que es nómada al lado de su tutor/padre (un excelente Richard Jenkins), juntos ponen al pueblo de cabeza y le dan huevos a Owen.
El encanto de la historia Låt den rätte komma in es que es un cuento de la venganza de los outsiders, donde El que ríe último, ríe mejor. Aunque la novela toca temas más serios (pedofilia, castración, incesto etc.) que las dos producciones decidireón ignorar, Reeves mantiene una atmósfera profundamente siniestra, de una epoca donde los bullys y los criminales eran protegidos por el sistema y el mundo desconocía el potencial de un nerd. Algo sumamente interesante que también le da una bizarra ambiguedad, pues la vampira de Reeves no representa el escape fisico del pueblito, parece ser una especie de rebelde sexual que se resiste diciendo "I'm not a girl — I'm nothing. Would you still like me... even if I wasn't a girl? " Cualquier nerd contestaría que "si". El personaje Owen lo confirma, pero lo que parece una obvia salida del closet, es más bien una acto deseperado de tomar a quien sea, femenino o masculino, pues al final de cuentas ¿Importa?
La película brilla en muchos momentos como ese, donde Reeves deja salir a su inner-nerd o inner-anything, con ayuda de un maravilloso score que Michael Giacchino se sacude de un historial dentro de la tv, violines intensos, una composición con estructura bella y escalofríante a la vez, en muchos momentos pense que el puro score provocaría que el público que viene a ver otra Twilight abandonaría la sala. Lo mismo puedo decir del reparto maduro y serio como Elias Koteas y Richard Jenkins, que no son los típicos protagonistas de Hollywood, un alivio. El mismo alivio producen el reparto de niños, sobre todo Kodi Smit-McPhee, que mantiene un aspecto natural de dulzura, malicia e inocencia en docenas y docenas de close up's, una verdadera revelación. Mientras, Chloe Moretz es simpática y carismática pero no supera su interpretación fuera de serie en Kick -Ass, pero siempre tendrá puntos a mi favor por atreverse a besar los horripilantes y grotescos prostethics.
Let Me In vivirá siempre bajo la sombra de Let The Right One In y justamente no es mejor película, ni tampoco una fiel copia, mucho menos es una obra maestra, pero como una versión américanizada de Låt den rätte komma in, Let Me In es una rara excepción que homenajea con respeto al género de vampiros y hace un esfuerzo por no encajar en el fenomeno popular que se han convertido los seres de la noche. Seguro tiene lo que una película comercial de género dentro de Hollywood exige, un poco más de sangre, un monstruo más grotesco y un poco más de CGI, pero entre todo el cliché, Reeves nos recuerda que aún bajo la fórmula, hay espacio para el género del terror como una forma de arte. Let me In es una perfecta muestra de eso.
Si acuden a verla, dejen el prejucio en la puerta de entrada. You will have more fun.
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